LA CRUZ DE LOS HARAPOS, UN RECUERDO DE LAS GRANDES EPIDEMIAS DE LA EDAD MEDIA

Ahora que estamos todos en mitad de esta pandemia de Coronavirus es inevitable pensar en otros momentos de la historia. A nuestra cabeza viene la mal llamada gripe española y cómo no, la peste. Llegados a este punto os estaréis preguntando qué  tiene que ver todo esto con el Camino de Santiago que, como ya sabéis es el tema principal de nuestro blog. Pues desvelemos el misterio… Hoy hablaremos de la Cruz de los Harapos el vestigio que desde las cubiertas de la Catedral de Santiago nos recuerda la época de las grandes epidemias.

La peste, la gran epidemia que asoló Europa

Durante la edad media la peste fue, posiblemente, el mayor quebradero de cabeza para la salud pública. Era una enfermedad desconocida, que afectaba por igual a ricos y a pobres, con un origen incierto y sin un tratamiento eficaz. Se calcula que entre 1346 y 1353 la peste asoló Europa provocando la muerte de aproximadamente un 60% de la población. Posteriormente se produjeron otros brotes pero nunca con la virulencia de la gran epidemia de peste.

La noticia de la llegada de la peste a una ciudad era sinónimo de la llegada de la muerte. Por este motivo la ciudades afectadas de peste eran aisladas para intentar detener su propagación y al contrario. Las ciudades libres de la peste solían cerrar sus puertas para evitar que la devastadora enfermedad entrara en las villas.

Pero claro, si había una ciudad que no podía permitirse cerrar sus murallas era Santiago de Compostela. La ciudad apostólica se veía en la obligación moral de acoger a los peregrinos que llegaban hasta ella para cumplir sus votos con el Apóstol. Muchos de ellos se encontraban por el camino con las grandes urbes cerradas y llegaban a Santiago exhaustos. Esto hizo que el cabildo catedralicio tuviera que idear un sistema para, en la medida de lo posible, tratar de minimizar los riesgos. Y ahí entra nuestra protagonista de hoy.

 

 

La Fons Mirabilis y la Cruz dos Farrapos

En las inmediaciones de la Puerta del Paraíso (fachada norte, frente a San Martín Pinario), en lo que hoy sería la plaza de la Azabachería , se encontraban la Fons Mirabilis y la Cruz de los Harapos. Allí, en el primer ritual con el que debían cumplir los peregrinos que llegaban a la ciudad, estos debían desvestirse dejando su ropa a los pies de la cruz de los harapos y posteriormente se lavaban en las purificadoras aguas del monumental surtidor. Aunque la principal función del rito era meramente higiénica, rápidamente surgió un nuevo significado, el peregrino se despojaba de sus ropas, de su “ser” viejo, se purificaba y se revestía con nuevas vestimentas que simbolizaban su nueva vida.